Si algo le faltaba al M3 era tener un chiche como este. No hablo del techo duro descapotable, que le otorga una facha descomunal, sino de la transmisión automática-secuencial de siete cambios y doble embrague. La única pérdida es el techo de fibra de carbono que trae el cupé y las prestaciones caen un poco, por los 200 kilos que engordó por el sistema para bajar el techo.
Esta transmisión deriva del Sauber-BMW de Fórmula 1 y permite pasar de marchas en milésimas de segundo. Se puede usar en automática o manual-secuencial (función S) y ofrece once configuraciones. Cinco en automática (función D) y seis en manual (sin pisar el pedal de embrague y desde la palanca de cambios o desde las levas detrás del volante).
Así funciona la transmisión:
Los dos embragues están recubiertos de aceite, para poder refrigerar los elementos, ya que trabajan a altas revoluciones. Cada embrague está a cargo de diferentes marchas y funcionan en paralelo. Uno trabaja sobre los cambios impares (1, 3, 5 y 7) y el otro, sobre las pares.
Cuando está puesta una marcha, funciona un embrague y el otro está desconectado, pero preparado para acoplar. Entonces, al cambiar de marcha, se desactiva el primero y engrana el segundo, transmitiendo casi al instante la potencia a las ruedas.
El motor es el V8 de 420 HP igual que el que trae el M3. Tanta es la potencia, que cuando se elige la función automática más lenta (D1), el auto parte en segunda.
Otro chiche es el Launch Control (o control de largada). Se elige la configuración S6, se presiona la palanca de cambios hacia delante y se mantiene, hasta que aparezca una bandera de cuadros en el tablero. En ese momento, el conductor pisa a fondo el acelerador, suelta la palanca y el auto arranca lo más rápido posible. Eso sí: se debe pisar el freno con el pie izquierdo para que el auto no patine, porque para esto el control de estabilidad debe estar desconectado.
En este enlace, están las especificaciones del motor y un videojuego para que manejes un M3.
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