Un amigo de fierro
- Un colega no pregunta hacia dónde vas. Te acompaña.
- Un camarada no te reclama, no te exige ni se enoja. Siempre está ahí, a tu lado.
- Un verdadero compañero no separa los malos o buenos momentos. Para él, cada día es una aventura.
- Un compañero macizo siempre está ahí, a la espera de tu necesidad. Jamás te dirá que no.
- Un compinche podrá estar presente en tus más alocadas andanzas y hasta ser partícipe de ellas, pero nunca revelará tus secretos.
- Un camarada de los que no sobran no hará diferencias sociales ni económicas. No importa si vos tenés más dinero que él, o si él pertenece a la clase “premium”. Una relación de corazón es puro complemento.
- Un acompañante de ruta te respeta. Respeta tu silencio si no querés hablar o grita con vos a los cuatro vientos si tenés ganas de cantar. En la amistad no hay estados de ánimo, hay compañía.
- Un amigo leal por ahí pasa toda la vida a tu lado o sólo algunos instantes. Tal vez disfruten viajes inolvidables o de los peores. Poco tiempo o mucho, bueno o malo, el auténtico amigo siempre dejará una huella en tu corazón.
- Un amigo fiel no te pregunta hacia dónde vas, no te reclama ni te exige ni se enoja, no divide los momentos en buenos o malos, nunca se aleja, tampoco te juzga, no se fija en tu dinero ni en tu clase social, ni en tu religión y menos en tu equipo de fútbol, jamás en la vida te faltará al respeto, emprenderá cada viaje a tu lado, más allá si fue parte de tu vida todos tus día o hasta el último. Es más, será él quien lleve tu cajón.
Un amigo de fierro: el auto.
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