- Bajar la presión de los neumáticos: Por ejemplo, para cubiertas que en tránsito normal usan entre 32 y 35 bares, lo ideal es dejar salir la presión hasta bajar a los 18/22 bares. De esta manera la goma se hace más ancha, aumenta la superficie de contacto y evita el hundimiento. Eso sí, al volver al asfalto hay que inflarlos.
- Desconectar el control de tracción: En suelos blandos como la arena o el barro, este tipo de ayudas electrónicas no son favorables. En arena, la idea es que el vehículo avance, sin importar si las ruedas patinan o si el vehículo derrapa, y eso es justo lo que el ESP corrige.
- Cambiar de horizonte: En arena, la vista del conductor debe estar a no más de un metro del vehículo. De todos modos, como la velocidad en este tipo de suelos es baja, es casi natural que los ojos miren el camino más cercano que el lejano, pero no está demás recordarlo. Tampoco ponerlo en práctica.
- No frenar: Quedarse detenido en la arena es un pecado. En este terreno hay que avanzar, ya que si se está frenado, el vehículo comienza a hundirse. Si no se puede ir para adelante, de inmediato hay que ir marcha atrás. Hamacar el vehículo hacia delante y hacia atrás es una técnica muy usada.
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